17 de agosto de 2010

De la Primera Historia del Corazón



Frases como: pedir el cuadre, estoy tragado, lo voy a pensar y nos rumbeamos, vienen a mi otra vez.

No sé qué tanto se acuerda la gente de su primer romance, de esa primera persona o de ese primer beso. De ese amorío que despertó del profundo sueño a las inquietas hormonas culpables de estimular tímidamente la curiosidad. Hay algunos que escasamente se ubican en un periodo de tiempo: “Eso debió ser entre los 13 y los 15. Creo que fue en Massai… o fue en Discovery ¡Ah! Mentiras, eso fue después. No sé, la verdad no me acuerdo muy bien”. Hay otros en cambio, que parecen tener un video lleno de detalles que se reproduce cada vez que se les pregunta y automáticamente los transporta a revivir el momento. Saben qué día fue, en qué lugar, el clima que estaba haciendo, y la canción que estaba sonando. Yo creo que soy de estos últimos.

Me acuerdo de todo eso por lo único y extraño que fue; por el cómo, el dónde y el quién. Pero sobre todo, me acuerdo por la sonrisa que no se me borraba – no se me borró durante mucho tiempo - ante la cara, mitad atónita y mitad llena de rabia, del par de amigos que presenciaron el evento en vivo y en directo.

Érase el año 2,000, el comienzo del nuevo siglo. Que gran comienzo. Como parte de un viaje organizado por el colegio, habíamos partido emocionados en el verano hacia el viejo continente sin imaginarnos lo que podríamos encontrar. Alguna universidad de Oxford fue nuestro destino y lugar de asentamiento por los siguientes 30 días. Creo que el objetivo principal del viaje era ir a aprender inglés, creo. Personas de distintas partes del mundo llegaron al mismo campus también. Italianas, de esa nacionalidad había. Estoy seguro que había gente de otros países pero la verdad no me acuerdo muy bien.

Las clases eran de lunes a viernes de 8 a 12 de la mañana. A discreción íbamos cambiando el horario que terminó siendo de 10 a 12. Me acuerdo que nos asignaban la clase y el grupo de acuerdo al nivel de inglés que se había demostrado en el examen de opción múltiple que presentamos apenas llegamos. La estrategia: equivocarnos en algunas, obtener resultados diferentes para diversificarnos entre los grupos disponibles y ampliar las opciones de conocer más gente. Sirvió. No había pasado una semana y ya habíamos aprendido refinadas indecencias en al menos 4 idiomas. Varios ya salían a media noche buscando habitaciones más acogedoras.

Al final de cada semana se actualizaba el léxico, las aspiraciones y las parejas. Algunos se despedían empapados en lagrimas con regalos colgados de las manos, mientras otros esperaban con ansías la renovación, pensando que tal vez en ese nuevo vuelo iba a llegar el verdadero amor de verano. Arribaba un nuevo cargamento a veces de un nuevo país, otras de alguno que ya había estado. Una gran tarde de junio, el renacimiento por fin se dio. Momo y su “senza una donna, no more pain and no sorrow” abrieron paso a la redención. Como diría el amigo Peter Manjarres, me tragué. Una diosa - no era para menos - había descendido al mundo terrenal directamente del Olimpo. Simplemente perfecta.

Haciéndole honor a su nombre, sin importar por donde pasaba, el recinto adquiría una luz sobrenatural, se iluminaba, el cielo se despejaba y los pájaros entonaban sus melodiosos cánticos. Como hipnotizado me quedaba mirando fijamente esos ojos color esmeralda. En los corredores, en el almuerzo, en los recreos, durante cualquier actividad los buscaba. Yo también creo que me miraba. Pero era solo eso. Las piernas me fallaban, dejaba de sentir la lengua, mi boca se secaba y era incapaz de abrirse cada vez que la tenía cerca; era mucho para mí, era de otra liga. Aún así, nos seguíamos mirando.

Como era costumbre, por las noches antes de dormir o de salir a desafiar las mediocres rondas de los guardas, nos reuníamos todos en el cuarto del vecino a hablar de la historia de cada día, de las hazañas de algunos y de las desgracias de otros. Les contaba que ella me miraba. Se reían, se burlaban, no me creían. Me relataron cómo ya había rechazado a varios que con gran valentía habían asumido ese reto que parecía imposible. Me decían que era imposible.

Finalmente ese domingo de resurrección llegó ¿Cómo olvidarlo? 3 fuimos los que salimos del “Q-Zar” esa tarde con rumbo al McDonald’s de la calle más popular de la ciudad. Nos encontraríamos ahí con el resto. Como podíamos pasábamos a través de la calle infestada de gente. El sol brillaba y el cielo estaba completamente despejado. Una mano desconocida me tocó el hombro por atrás, de inmediato interrumpió la animada discusión acerca de cual era la mejor estrategia para triunfar con las pistolas de láser. “Sorry”, dijo una dulce voz que nunca había oído. Me volteé y sin pedir mi aprobación, su cara se acercó a la mía. Me rumbeó. No le tuve que pedir el cuadre y nunca dijo que lo iba a pensar, simplemente me rumbeó. Inexperto en el tema, y dejándome llevar por el momento, me limité únicamente a abrir la boca, mientras que por el impulso generado por la envidia, peniques arrojados por los dos pasmados espectadores golpeaban mi cabeza. No los sentía. El tiempo paró, al mejor estilo de Hollywood, una cámara que captaba hasta el más mínimo detalle giraba en círculos alrededor mío.

Ese momento me enseñó que el primer beso siempre se da con los ojos, que las cosas deben fluir y no ser forzadas, que la iniciativa en la otra persona cautiva, que no existe mejor frase de apertura que “sorry” y que no hay que creerle a los amigos cuando de historias del corazón se trata.

Sé que alguna vez en mi vida la volveré a ver, la tengo que volver a ver. Ojalá así sea.

7 comentarios:

  1. Pillo Buena gente.....Excelente entrada; me cautivo con su sencilla y a la vez profunda forma de escribir....Siempre supe que dentro de ese personaje serio y a la vez timido, se encuentra una persona abierta a lo que se le venga y a disfrutar y compartir sus pensamientos. Una frase celebre: ¨en los juegos del corazón, no hay reglas´....solo discrepo en la ultima interpretacion de la entrada: creo que los consejos de los amigos en temas del corazón, siempre van a generar una luz en ese sombrio camino de la interpretación.

    Me gusta pilluelo....ahi seguire leyendo sus blogs

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  2. Buena historia Don Papi y Ojala la vuelva a pillar el pillo Buenagente.

    Juan Martín

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  3. No pierda la fé! Se viene un Eurotrip!

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  4. sigo insistiendo que al pillo buena gente lo malcriaron con esa buena primera experiencia de amor!! jajaja, por eso es tan pillo y tan buena gente!
    Que buena historia, muy cautivadora, tierna, romantica- lástima que el amor se complica con la edad!

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  5. Que buena historia, que buenos recuerdos!!! Me encanta como escribes, te felicito!!! Me hiciste acordar de ese paseo tan increíble, y obviamente de mi muy similar historia con mi itliano. Un abrazo!!!

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  6. Tu historia me llevo a otra epoca, increible... ME ENCANTO

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