La tarea de escoger a 32 integrantes que ocupen el refugio de 50 metros cuadrados no es trivial. Hay que respirar, tomar una pausa, recorrer calmadamente la amplia gama de personajes y procurar escoger los que son. Hacer del resguardo uno “ideal”.
El pasado 5 de agosto, aproximadamente a las 2 de la tarde, 800 kilómetros al norte de la capital chilena en mitad del desierto de Atacama, se produjo un hecho impresionante. Como si para el país cercano no hubiese sido castigo suficiente el terremoto de 8.8 en la escala de Richter en febrero pasado, hubo un derrumbe en la mina de oro y cobre San José. 33 trabajadores quedaron atrapados a casi 700 metros de profundidad. Al parecer – de lo que he leído en los diferentes medios - se encuentran en un refugio, una especie de bunker de seguridad, de unos 50 metros cuadrados. El gobierno chileno ha logrado entablar comunicación con ellos para establecer su situación y proporcionarles medicamentos, comida y oxígeno. Ellos, en primera instancia, a través de pequeñas cartas enviadas mediante sondas y después mediante una especie de citófono con línea directa al presidente Sebastián Piñera, expresaron que se encontraban sanos y con ansias de salir y ver la luz natural otra vez. Debido a la naturaleza del derrumbe, del terreno y a la gran profundidad a la que se encuentran, se estima que el rescate podría tomar hasta 4 meses.
Inevitablemente, mientras leía algunas de las noticias relacionadas y los comentarios inspirados por las mismas – usuarios inmersos en debates interminables tratando de responder si el hecho es un milagro o una tragedia – empecé a divagar, me alejé de la esencia y de la seriedad de la noticia hasta el punto donde me pregunté cómo sería vivir 4 meses en sólo 50 metros cuadrados con otras 32 personas. No sólo eso, empecé a pensar, si pudiera escoger, con quién preferiría quedarme encerrado, con quién pasaría un mejor rato, con quién habría menos conflictos, con quién se me pasarían esos 120 días más rápido, con quién no me aburriría.
El Cuentahuesos. Es el primero que se viene a mi mente, seguro lo escogería. De las pocas personas que pueden relatar chistes dogmáticamente funestos y aún así contener la magia suficiente para hacerme reír. Aunque estoy seguro el repertorio no es tan grande como el de José Ordoñez y sus 70 horas seguidas que le dieron el privilegio de ocupar un puesto en el libro Guinness, creo que el “haga así, haga así, este sí es bueno” haría un poco más cortos mis días, no me cansaría de oírlo. Mentiras, tal vez sí. De igual forma, sería innegablemente más aguantable que despertarse 120 mañanas con el melodioso tono del “pre, pre, pre, pregunta”.
Si bien es cierto que los mineros atrapados son todos de género masculino – ¡2,880 horas sin ni siquiera ver una sola mujer! – me daré el permiso de incluir algunos personajes del sexo opuesto. Siguiendo con la tónica de Sábados Felices, me llevaría también a la Gorda Fabiola. Si por alguna razón las sondas del gobierno, que no sólo conectan y comunican el refugio con el mundo exterior sino que tienen la función de abastecer y transportar víveres esenciales, llegaran a fallar, no quiero que haya duda alguna cuando se esté tomando la decisión de qué hacer después.
Para poder conciliar el sueño, llevaría a Amaia Montero. Con su acento, la pondría a que me cantara todas las noches una de sus canciones. Calmaría cualquier tipo de tensión o aspereza que se haya generado durante el día, dándole vía libre a una noche más tranquila y pacífica. Soñaría todos los días con los angelitos.
Traería a Andrés Peñate o a algún otro ex director. No podría permitir que existieran divisiones que originaran peleas entre los 33. Le pediría ayuda a MacGyver en la construcción de una red cerrada y a Ethan Hunt en su instalación – al fin y al cabo, no creo que sea una misión fácil hacerlo en 50 metros cuadrados sin que nadie se dé cuenta – Pediría reportes periódicos para mantener a los integrantes del refugio bajo supervisión voluntaria, inhabilitando la conformación de cualquier tipo de oposición.
Para hacer el tiempo más llevadero y tomando ventaja de la situación, traería una voluptuosa volquetada de modelos –de esos amores a primera vista que se ven en las grandes revistas y amplias pantallas de cine – Inclinaría considerablemente la balanza del equilibrio entre los géneros; que no les quede mucho de dónde escoger, que al menos una se tenga que contentar conmigo, que me utilicen. Megan Fox, Jessica Alba, Eva Longoria, Scarlett Johansson, Angelina Jolie. Nacionales también. La lista podría continuar de manera interminable. Complementaría el grupo con una porrista vestida con el uniforme rojo y blanco.
Pensándolo un poco más juicioso – tengamos en cuenta que son 120 días bajo tierra – trataría de sacarle algo de provecho a ese período. Finalmente, para completar los integrantes, escogería un hábil, paciente y talentoso erudito de los idiomas. Mmm… mejor erudita, no quiero alterar la balanza. Con conocimientos y experiencias enseñando portugués e italiano. Me gustaría pensar, considerando la situación, que le dedicaría al menos 2 horas diarias a instruirme en estos dialectos. 240 horas de clase en total. Suficiente tiempo para salir del refugio y poder dar declaraciones en múltiples idiomas: todo un políglota.
Espero que en ese grupo de 33 mineros haya una gran variedad de personalidades. Que logren, entre todo, poder compartir y reírse la mayoría del tiempo, evitar en lo posible las discordias y conflictos, tal vez sacarle algún tipo de provecho a la situación – quizás escribir un libro con las anécdotas que surjan – que sean ejemplo de convivencia para el resto de la sociedad. Que ridiculicen al reality de Gran Hermano.
Por qué no me sorprenden el Cuentahuesos y la porrista en tu lista? jajaja. Ojalá en el encierro pudieras tener una navaja, una guitarra y una cámara. Uno nunca sabe....
ResponderEliminarMe pido ser la profesora de italiano!! jajaja De todas maneras ya tengo experiencia en los términos "de levante" que te interesa traducir!! Excelente entrada, as usual!
ResponderEliminar